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"AL OTRO LADO DE LA VENTANA"

  • amonntoya
  • 5 sept 2024
  • 3 Min. de lectura



Los primeros rayos del sol se cuelan por la ventana revelando que la noche ha terminado. Dos cuerpos en cama y aún dormidos, posan abrazados sumidos en sus últimos sueños. La luz hace una caricia a un rostro que se ve obligado a despertar. Elena abre sus ojos y se re conecta con su mundo conocido, es familiar el brazo de quien la abraza, se gira y observa aquel rostro aún dormido que tanto conoce ya.

Aún en cama mira hacia el techo, y se reconoce con los pensamientos de la noche anterior, y aunque estuvo cargada de piel, de besos y pasión; de deseo… de éxtasis, la extraña sensación que siente esta mañana le crea una incertidumbre que desea resolver.

Se levanta de manera muy sutil para no despertar a su compañero, el calor y la poca prisa del fin de semana la invitan a estar tan ligera de ropa que se dirige al baño casi desnuda.

Se lava la boca, un poco de agua en su cara y se mira al espejo,

-Que extraño! -Se dice mientras contempla su propia mirada, su propia expresión, profundiza en sí, indagando en cada momento quien es realmente esta imagen que hoy resulta tan poco familiar.

Se dirige hacia la cocina, este lugar mágico donde de manera más consciente todos re conectamos con lo que somos o con lo que creemos que somos. Mientras el café está listo, Elena come un poco de fruta en busca de sentirse mejor, el ambiente y el cantar de los pájaros le proporcionan un estado meditativo que le permite ser más consciente de sus pensamientos.

Los sorbos del primer café y el paisaje que se divisa a través de su ventana la sumergen en pensamientos y emociones que no han sido comunes para ella.

Inmóvil en su vacío un pequeño pájaro posado en la rama de un árbol llama su atención, lo observa y lo escucha cantar, y mientras está cantando otro pájaro llega para hacerle compañía, se funden en lo que llamaríamos un beso. En esta escena puede identificar la ternura, la comunicación que se da entre estos dos pequeños seres, parece que se acarician, que se acicalan, que se cantan. En la magia de este momento Elena reconoce el amor expresado en libertad, una sinfonía que se declara tan natural que lo innatural es no expresarlo. Se ve a sí misma, a su pareja, a sus amigos, su familia, y los compara con esta escena, con los árboles majestuosos que son sostenidos por ese vínculo sagrado y natural que tienen con la tierra que los impulsa a la conquista de las alturas. Elena se pierde en esta escena y latidos fuertes en su corazón la conmueven. Por primera vez se acerca al reconocimiento de la vida más allá de su propia vida y se pregunta… ¿Qué es la vida? ¿Se conecta mi vida con el todo? ¿Qué tan consciente soy de mi propia vida?

Una voz interrumpe sus pensamientos,

-Buenos días hermosa!

Elena mira el rostro casi dormido de su compañero, de su amante, lo mira directamente a los ojos y se sonríe, se lanza a sus brazos y lo besa. Ya se ha preguntado y también ya se ha respondido el motivo por el cual comparte la vida con su pareja, y descubre que ver la vida más allá de lo cotidiano te lleva a ser más consciente de lo que tienes en tus manos.



Alexandre Monntoya.

 
 
 

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